Existen listas con los pueblos más bonitos de España, los más desconocidos o los mejores para hacer turismo rural. Sin embargo, la de hoy se aleja de lo clásico para hacer un homenaje a esas pequeñas localidades que deben su singularidad a su nombre. Topónimos con sabor gastronómico como Pancrudo, Villaconejos, Ajo, Pollos, Melón, Pepino, Cebolla, Ciruelas o Albaricoques son una invitación en sí misma para ir a visitarlos. Thermomix ha confecciona una ruta de norte a sur y de este a oeste que bien podría ser un plan para la próxima Semana Santa. De norte a sur
La ruta empieza por los pueblos de la parte norte de España con Ajo, como punto de partida. Esta localidad cántabra se caracteriza por sus impresionantes acantilados que no hay que dejar de visitar. Muy cerca de Ajo nos encontramos con Cabrales, el concejo asturiano cuyo nombre hará la boca agua a los amantes del queso. Cuenta con algo más de 2.200 habitantes y es conocida por sus quesos y otros productos lácteos. Además, se pueden visitar monumentos de los siglos XVII y XVIII, como palacios o iglesias. Continuamos por tierras gallegas, donde a pocos kilómetros de la frontera de Portugal encontramos un pequeño pueblo con nombre de fruta; Melón. Aquí es posible visitar las desconocidas Pozas de Melón, unas piscinas naturales que te harán desconectar de todo. Sabor a Castilla
Llegados a la meseta encontraremos Riomanzanas, una pequeña localidad de Zamora con paisajes naturales para perderse. En la provincia vecina, Valladolid, Pollos es un municipio de apenas 700 habitantes que conserva algunos elementos patrimoniales de su historia, como su famoso Castillo de Pollos. Si nos desplazamos al este, en Soria también podemos visitar Velilla de los Ajos, con tan sólo unos 20 habitantes. Allí podemos ver construcciones como la Iglesia de San Pedro Apóstol, con su puerta renacentista. Llegando al centro de España, por orden, tenemos El Ajo, en Ávila, un lugar perfecto para hacer una escapada rural y conocer a los apenas 50 lugareños que viven allí. Como no podría ser menos, la capital española también cuenta con un pueblo con nombre curioso; Villaconejos. Y aunque parezca mentira, el pueblo no es conocido por que críen a los mejores conejos del país, sino por sus melones. Por eso, hay que hacer una parada obligatoria en el Museo del Melón, donde encontrarás exposiciones, fotos y objetos relacionados con el cultivo de esa fruta veraniega. Además, si quieres conocer un poquito de historia, puedes ir a visitar la iglesia de San Nicolás de Bari, que data del siglo XVI y XVII. Ciruelas es otro de los pueblos con nombres de fruta y se encuentra en Guadalajara, donde puedes pasear por sus antiguas calles y ver sus casas de piedra. Pero sin duda alguna, la provincia española que tiene el record con más pueblos con nombre de alimento es Toledo. Aquí podemos visitar Pepino, Cebolla y Membrillo, pueblos de pocos habitantes, pero con mucho encanto. Dulce nordeste
Teruel cuenta también con sus pueblos «gastronómicos», exactamente dos: Pancrudo y Torrijas. En el primero se pueden visitar construcciones de la segunda mitad del siglo XVI, con estilo gótico, y en el segundo se puede desconectar en medio de la naturaleza, ya que está situado en el corazón de Javalambre. En tierras catalanas, Lérida también cuenta con Les Avellanes. En este pueblo de nombre de fruto seco podemos disfrutar del impresionante Monasterio de Santa María de Bellpuig de les Avellanes, una antigua abadía del siglo XII. Bajo el sol de Extremadura y Andalucía
Cáceres nos brinda sus pueblos Morcillo y Aceituna, unos municipios de apenas 500 habitantes muy cerquita del Valle de Alagón, comarca con construcciones de arquitectura popular, murallas y artesanía. Ya en Badajoz encontraremos Malcocinado, un pequeño pueblo enclavado en las estribaciones de Sierra Morena. El sur es una de las zonas que menos pueblos tiene este tipo de denominaciones, pero no podemos olvidarnos de Albaricoques. Esta pedanía almeriense fue escenario elegido para ser la ciudad mexicana de Aguascalientes en «La muerte tenía un precio», una de las películas Western de Sergio Leone. Exactamente en esta pequeña localidad almeriense se grabó el duelo final entre Lee Van Cleef, Clint Eastwood y Gian Maria Volontè, actores que tienen sus propias calles en el pueblo. Además, a solo a 4 km se encuentra el enclave del Cortijo del Fraile, muy vinculado a la obra Bodas de Sangre de Federico García Lorca.