Al norte de Marruecos se esconde este espectacular municipio, Chefchaouen, que se caracteriza por su entramado laberinto de calles, en el que la mayoría de sus casas están pintadas de azul.
Situado al norte de Maruecos, muy cerca de la cordillera del Rif, Chefchaouen es uno de los pueblos más pintorescos del país africano gracias a los diferentes tonos de azul que inundan sus calles y sus plazas. En los últimos años, este bonito pueblo ha crecido bastante y los viajeros que llegan a él se cuentan por cientos, sobre todo en temporada alta, buscando el exotismo que desprende. Aun así, la villa no ha perdido ni su carácter rural ni la arquitectura andalusí, que obliga, si o si, a enamorarse de su medina o ciudad vieja.

UN PASEO POR LA MEDINA DE Chefchaouen
Fundada por un mulá en el siglo XV, fue ampliada por los judíos y musulmanes, que le dieron ese aire de pueblo andaluz. Hasta principios del XX, el acceso a este lugar santo estuvo prohibido a los infieles bajo pena de muerte, aunque tras la tristemente célebre guerra del Rif quedo del todo integrado, hasta 1956, en el Protectorado español. Eso explica que muchos de sus ancianos se manejen como pez en el agua en nuestro idioma, algo que facilita moverse por sus calles y descubrir de manera calmada toda la parte peatonal del centro.
Allí se encuentran lugares de lo más curiosos, como los lavaderos comunales de Ras el Ma, un sitio de bellas cascadas y lavaderos antiguos. Muy cerca espera la zona más especial de todas: la medina, amurallada y con seis puertas de entrada. Sus estrechas y laberínticas calles, limpias y adoquinadas, albergan casas de estilo andalusí pintadas de blanco y azul añil con remates ocres en sus tejados, cubiertos por tejas rojas. Toda la zona asemeja un inmenso bazar, repleta de tiendas, talleres de artesanía de cuero, plata y madera en cada esquina, antigüedades, telares de seda y lana y multitud de rincones pintorescos.

En el corazón de este lugar se encuentra la plaza de Uta el-Hammam, que está presidida por dos de los edificios más emblemáticos de Chefchaouen:

La Gran Mezquita y la Alcazaba o ‘kasbah’.
La primera es una construcción del siglo XV a la que no se puede acceder si no eres musulmán. Pero, a pesar de esto, desde el exterior se puede disfrutar de su minarete octogonal, algo muy poco frecuente.

A su lado y vigilante se levanta la ‘kasbah’, una fortaleza también del siglo XV que posteriormente fue restaurada. Esta imponente edificación amurallada, protegida por sólidos muros rojizos, cuenta con una torre del homenaje y un gran patio ajardinado con árboles. En la actualidad, la Alcazaba alberga el Museo Etnográfico, donde puede contemplarse una importante colección de arte popular, así como armas, instrumentos musicales, alfombras, tapices y fotos.

Y nadie puede abandonar la ciudad sin disfrutar de los bonitos atardeceres que se divisan desde la mezquita Jemaa Buzafar, también conocida como ‘española’, que se encuentra sobre una colina, un enclave idílico para ver como el sol se esconde cada tarde.

NATURALEZA VIVA DE Chefchaouen
El azul de las calles de Chefchaouen contrasta con el verde del Parque Nacional de Talassemtane, un lugar único a solo cuarenta kilómetros del pueblo, zona poblada con árboles donde hay pinos, cedros, robles y plantas como enebro, tuyas, encinas, lavanda, romero y poleo.

En cuanto a la fauna, se pueden ver fácilmente monos, zorros, lagartos o águilas. Con alturas modestas, que rondan los dos mil metros, en sus macizos calcáreos coronados de nieve en invierno se cobijan racimos de aldeas de adobe que parecen de otro siglo, como Loubar y Mechkrala, donde el viajero puede alojarse en las casas de sus campesinos, compartiendo mesa con ellos o aprendiendo de sus mujeres a hacer pan en un horno tradicional, a elaborar la geométrica cerámica bereber o a cocinar sobre las brasas un riquísimo y auténtico tayín marroquí.

La panorámica aérea del pueblo es una de las más singulares de todo el norte de Marruecos.
El gran protagonista de la localidad es el color azul en una gran variedad de tonalidades.

Uno de los lugares más conocidos es la Gran Mezquita, a la que solo pueden entrar los musulmanes. Su espectacular minarete octogonal se puede observar desde fuera.
En muchos rincones de la medina, lo que conocemos en el mundo occidental como el casco viejo, existen multitud de tiendas de telas y artículos artesanales.

GUÍA PRACTICA
HOTEL DAR NILA
Después de un intenso día de turismo, este alojamiento es perfecto para reponer fuerzas en una cómoda y coqueta habitación con una clara esencia árabe.

RESTAURANTE SOFIA
Se trata de un local regentado exclusivamente por mujeres donde se prepara a precios médicos una exquisita cocina casera que va más allá de los omnipresentes
tayines

QUE PUEDES VISITAR CERCA DE CHEFCHAOUEN
TETUÁN
Cerca de Chefchaouen se encuentra esta localidad, conocida también como la paloma blanca. Allí destaca, como en casi todas las ciudades de Marruecos, la medina. Perderse sin rumbo por sus callejuelas es un placer al que nadie que visite esta localidad debe renunciar.
El pueblo marroquí está lleno de mezquitas, y algunas de ellas guardan un encanto muy especial.

Nadie puede abandonar Chefchaouen sin dar un tranquilo paseo alrededor de la Alcazaba, una fortaleza del siglo XV.
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