El centro de la ciudad portuguesa es Patrimonio de la Humanidad gracias a sus múltiples encantos, que, unidos a un ambiente tranquilo y sereno, hacen de ella un lugar perfecto para viajar a Oporto y hacer la primera escapada del año.
Oporto es la segunda ciudad más importante de Portugal y, asentada a las orillas de río Duero, recibe cada año a miles de visitantes. Se trata de un lugar que mezcla lo moderno y lo antiguo a la perfección, todo ello rodeado de un aura de melancolía y sobre todo de tranquilidad y sosiego. Pero no solo eso. También es un destino que atesora múltiples encantos, como sus casas recubiertas de azulejos rojos, verdes, amarillos, azules y grises. Todo ello otorga la catalogación de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996 a su centro histórico y la convierten en un sitio perfecto para planificar el primer viaje del año.
UN MAR DE AZULEJOS
Uno de los lugares más emblemáticos de Oporto es el puente Don Luis I, una joya de un discípulo de Gustav Eiffel que, aunque solitario y silencioso al caer la noche, es muy transitado por los turistas durante el día.
Al otro lado del puente se alza majestuosa la catedral, uno de los mayores monumentos de la ciudad y el más importante de carácter religioso. El edificio, que parece más una fortaleza, goza de unas vistas únicas de la Ribeira de Oporto y está declarado Monumento Nacional. El interior de la catedral también es digno de ser descubierto y admirado, sobre todo el altar mayor y el claustro, decorado con azulejos blancos y azules que representan escenas de ‘Las metamorfosis’, de Ovidio.
Los azulejos forran también las iglesias, como la de Capela das Almas o la de Santa Clara, alabada por Saramago.
Otro lugar recubierto de azulejos es el interior de la estación de Sao Bento, que comenzó a construirse en 1900. Su fachada, de estilo modernista, cuenta con dos torres coronadas por un reloj y, en su interior, la sala de espera esta cubierta con un mural en el que se representan escenas campestres e históricas.
VISITAS OBLIGADAS AL VIAJAR A OPORTO
Una de las visitas imprescindibles cuando se viaja a Oporto es la de la Fundación Serralves, un exquisito centro de exposiciones. El arquitecto Alvaro Siza se recreó en este edificio marmóreo que se vuelca al exterior, con ventanales que parecen lienzos vivientes y que se abren a unos jardines románticos donde conviven en armonía árboles centenarios con esculturas de Richard Serra o Veit Stratmann y, como no, con la Casa Museo Serralves, otra joya del ‘art déco’ portugués.
Muy cerca de allí se encuentra la Casa de la Música, una virguería arquitectónica que tiene como objetivo dominar las ondas acústicas para conseguir que el sonido de sus conciertos sea perfecto. Un bar con cristalera ondulante que amortigua el sonido y varias salas dedicadas a juegos musicales completan la visita guiada. Además, los domingos por la mañana hay conciertos gratuitos.
Y, por supuesto, nadie puede abandonar Oporto sin visitar el barrio de Foz, el lugar donde se une el Duero con el mar Atlántico, para caminar por el paseo marítimo.
El tranvía es el medio de transporte más típico en muchas ciudades de Portugal; entre ellas, Oporto.
Las calles de Oporto guardan un encanto especial. Muchas de ellas son empedradas y merece la pena transitar por ellas.
GUÍA PRÁCTICA DE OPORTO
THE ARTIST PORTO HOTEL & BISTRO
Este hotel de cuatro estrellas es un lugar perfecto donde descansar después de un día de turismo por Oporto, gracias a la comodidad de sus instalaciones y su ubicación.
PETISQUElRA VOLTARIA
Es uno de esos lugares con encanto que es imprescindible visitar para degustar exquisitas raciones elaboradas con los productos típicos de la ciudad portuguesa.
QUE PUEDES VISITAR CERCA DE OPORTO
Coimbra A poco más de 100 kilómetros de Oporto se encuentra esta bonita y coqueta ciudad que un día fue la capital de Portugal. Su aspecto medieval se refleja también en la Universidad, la más grande del país luso.
Los colores vivos son una de las señas de identidad de la ciudad. Muchas de las fachadas de las casas destacan por ser vibrantes y coloridas y le otorgan a las calles un aire diferente.
El edificio del Ayuntamiento mantiene una esencia muy especial y en él destacan la torre y la cúpula que la corona.
La iglesia de San Ildefonso es una de las más peculiares, aunque mantiene el estilo de muchas otras, ya que su fachada esté recubierta de azulejos azules.
El centro histórico de la localidad portuguesa fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996 gracias a sus múltiples encantos y a sus grandes edificios.
