Los amantes del ferrocarril recordarán con nostalgia esos viejas caserones de piedra custodiadas con esmero por el jefe de estación. Con los años, algunos de esos nobles edificios que vieron subir y bajar a miles de viajeros, fueron perdiendo su valor y ya solo se conformaban, en el mejor de los casos, con ver pasar el tren de largo. En otras ocasiones los andenes dejaron de recibir visitas y los trenes cambiaron su recorrido dejando las vías huérfanas. Muchas fueron las estaciones cayeron en el olvido pero otras se reconvirtieron en alojamientos rurales abiertas a viajeros nostálgicos. [Las estaciones de tren abandonadas con más encanto de España]