Con la suerte de nuestro lado

Nos encontrábamos en Kenitra. La ciudad conocida durante el protectorado francés como Port-Lyautey, es un puerto que se asienta en el cauce del río Sebú. Es una ciudad industrial cuyo crecimiento económico se debe en gran parte a su puerto que, durante la guerra fría, fue convertido por los americanos en una base aeronaval compartida con Francia. Hicimos un breve recorrido en coche por las calles principales de la ciudad y dejamos al padre de Amal en su café favorito.

Nuestra amiga quería llevarnos a la playa y enseñarnos los alrededores de su ciudad natal. Seguimos el curso del río, rumbo al sur, durante unos kilómetros para visitar las lagunas de Sidi Boughaba, un parque natural protegido al ser zona de paso de aves migratorias acuáticas. Vestigio de los últimos humedales de la costa noroeste de Marruecos, antes llenas de marismas y lagunas, es una reserva ornitológica que acoge más de 170 especies de aves. Protegida por una enorme duna que la separa del mar y que puede elevarse hasta 25 metros, en los días claros es fácil distinguir flamencos rosas, aguiluchos de pantano y multitud de especies de patos que emigran para invernar en este lago natural de agua dulce. Un espectáculo único que, muchas veces queda oculto por la espesa niebla que, procedente del Océano Atlántico, parece querer preservar este reducto de la biodiversidad del ojo humano.

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