Así fueron sus primeros esquís: de plástico, con bordes atornillados y botas de la talla 44. Demasiado grandes para el pequeño Andrzej. Tras el trágico accidente de su bicicleta ya irreparable, este niño rebosante de energía necesitaba una nueva actividad en su vida llena de aventuras. Dos palas de ping pong y una navaja de bolsillo, dos objetos queridos de su infancia, bastaron para que su vecino le diese a cambio los tan ansiados esquís. La pasión por este deporte de montaña le llegó y no había un día de invierno que no pasara deslizándose por la nieve. Dolores de barriga imaginarios y muchas «pellas» se sucedieron. Veintiún años después, el alpinista polaco Andrzej Bargiel se ha convertido en el primer hombre de la historia en descender la cima K2 esquiando. Esta hazaña es un paso más para «desbloquear» el mayor reto que este alpinista se ha propuesto en su carrera: bajar en esquís las Siete Cumbres, las montañas más altas de cada uno de los seis continentes, a las que se suma la cima más alta de Norteamérica. La montaña K2, perteneciente al Sistema de los Himalayas, es la segunda montaña más alta del planeta (8.611 m) tras el Everest (8.848 metros). En la frontera entre Pakistán y China, la «Montaña Salvaje», apodada así por sus condiciones temporales extremas y su alto índice de fallecimientos, posiblemente sea la montaña más difícil de escalar. A su elevada altura, se suma la verticalidad de sus paredes que presentan un desnivel de 3 kilómetros. Para hacernos una idea de lo peligrosa que puede llegar a ser esta despiadada montaña, una de cada cuatro personas que intentan llegar a su cima mueren en el proceso. Además, sólo 300 personas han logrado llegar a este pico en su historia. Una cifra que difiere sustancialmente de las 4.000 personas que han logrado subir al monte Everest. Según recoge el diario Financial Times, escaladores y esquiadores reconocidos mundialmente han celebrado esta proeza. «El K2 es la presea dorada en el alpinismo», afirmó Alan Hinkes para la publicación británica. El primer inglés en escalar los catorce «ochomil» del Himalaya calificó el logro de Bargiel de «fenómeno». Al éxito de Bargiel se preceden intentos «sonados» en el mundo del esquí. Uno de los más destacados es el que tuvo lugar en 1998 de la mano del italiano Edmund Joyeusaz, que descendió desde 7.000 metros, y del austriaco Hans Kammerlander, que inició la «arriesgada» bajada desde los 8.200 metros. A estos esfuerzos se suma el intento trágico del italiano Michele Fait, que se cobró con la muerte de este alpinista en 2009. Un año después, el sueco Fredrik Eriksson se precipitó al vacío mientras atravesaba el pasaje del «Cuello de Botella», uno de los pasajes más expuestos del K2. Una vida en «la cumbre del éxito»
El nombre de Andrzej Bargiel resuena en el mundo del «himalayismo» y el esquí extremo. El esquiador de montaña polaco es conocido por sus incontables logros, destacando especialmente el récord de ascensión al «Elbrus» (cumbre más alta de Europa): 3 horas, 23 minutos y 37 segundos desde Azau (en la base de la montaña) hasta la cumbre (5.642 m). A esa hazaña se une el haber conseguido el premio «Leopardo de las Nieves», un título prestigioso que se concedía a los montañistas que ascendían las cimas más altas de la Unión Soviética, superando los 7.000 metros de altitud. Un ejemplo de estas cimas es el pico Lenin en la cordillera del Pamir entre Tayikistán y Kirguistán, el cual presenta una altitud de 7.134 metros. No es la primera vez que Bargiel se calza las tablas para descender el K2. Lo intentó en 2017, pero las altas temperaturas y las ínfimas condiciones le obligaron a «abortar la misión». Sin embargo, este año lo ha conseguido por la ruta Tomo Censen, llamada también Vasca, y sin uso de oxígeno artificial. En esta épica bajada contribuyó especialmente el uso de un «dron» pilotado por Bartlomiej Bargiel, el pequeño de los once hermanos del alpinista. El mayor de estos hermanos polacos, Grzesiek, también se esconde tras este logro histórico. Socorrista de montaña, Grzesiek inculcó a su hermano la pasión por las montañas y el esquí. Una dedicación que ha conquistado a Andrzej Bargiel y que nos ha regalado unas imágenes espectaculares que pasarán a la historia.