La escultura del diablillo que, según cuenta la leyenda, levantó el Acueducto de Segovia en una sola noche, fue instalada el miércoles 23 en la parte alta de la calle San Juan de la ciudad y, según su autor, si a alguien debería de ofender, «es al propio diablo». Vecinos de las asociaciones San Miguel y San Frutos y Enraizados recogieron 12.500 firmas en contra de esta escultura y lo denunciaron ante un juez, que, sin embargo, decidió no tomar medidas cautelares que impidieran su instalación, que ya forma parte del decorado urbano. Su autor, el escultor, José Antonio Abella, aseguró durante la inauguración que esta obra de 1,7 metros de altura, hecha en bronce, representa al diablo como un personaje «venido a menos, con algunos años encima, muchos kilos de más y que no consiguió arrebatar a los romanos el mérito de la construcción del Acueducto». Asimismo, ha reconocido que no ha sido fácil estar al margen de unas «calumnias» y críticas que, en su opinión, son «injustas», porque comenzaron hacen tres meses, cuando nadie conocía el aspecto de la escultura. Además, le parece excesivo que se acuse a este diablillo de fomentar el turismo satánico en Segovia o de insultar a la verdad, pero sobre todo que esto haya llegado «al cuerpo a cuerpo» y a su familia. Esta estatua representa la parte de la leyenda en la que la moza logra burlar al diablo, quien se queda cargando la última piedra, sin conseguir colocarla en el monumento en el que canta el gallo, y para crearlo se ha inspirado en multitud de representaciones desde la Edad Media hasta Goya o el pintor Giotto. Por su parte, la alcaldesa, Clara Luquero, ha señalado que el objetivo del Ayuntamiento es evocar la leyenda de la construcción del Acueducto que forma parte del patrimonio cultural inmaterial, pero también contribuir a diversificar los flujos turísticos, de modo que se fomente un eje por el barrio de los Caballeros, una zona con unos valores patrimoniales «muy interesantes», según la edil. Por eso, a su juicio, la polémica surgida en contra de esta estatua se debe a «las ganas de armar follón», ya que, tal y como ha recordado, el diablo es un elemento de la iconografía cristiana que está presente en el arte románico o en el gótico, por lo que ha pedido «no sacar las cosas de quicio».