El carnaval es en realidad la última mascarada del invierno. Algunas de ellas -a caballo entre la tradición y la magia- se han conservado desde tiempos medievales, mientras que otras se están recuperando con más o menos acierto. España es el país europeo que más mascaradas conserva, sobre todo por las montañas del noroeste peninsular. En cuanto a fechas, lo dice el refrán: «Ni que te pelees ni que te mates, los carnavales caen en domingo, lunes y martes». Este año, 3, 4 y 5 de marzo, aunque algunos -especialmente en Galicia- comienzan antes. Son máscaras que regresan del pasado recordándonos nuestros orígenes. La mayor parte zoomorfas, con cabeza de animal (osos, lobos, toros, caballos…). Debieron ser animales protectores del lugar (o seres intermedios entre dioses y hombres) a los que la Iglesia transformó en demonios o botargas. Hoy siguen presentes en estos rituales que son principalmente de fecundidad. Últimamente se les está prestando más atención, quizá porque vienen de otros países a estudiarlos. Se han organizado Festivales de Máscaras Ibéricas en Zamora, León y Galicia (sin olvidar los de los Trás-Os-Montes portugueses). Los de pequeñas aldeas quizá sean los más interesantes.
