María José Brenes/EFE

  • La biodiversidad es uno de los mayores atractivos de Costa Rica, donde el turismo por eso mismo se está haciendo sostenible.
  • Un nuevo ejemplo es el Parque Nacional Tortuguero y su comunidad.

Parque Nacional Tortuguero, en Costa Rica

La biodiversidad es uno de los mayores atractivos de Costa Rica, donde el turismo es uno de los principales motores de desarrollo, y la sostenibilidad un área fundamental para su crecimiento. Un ejemplo de esto es el Parque Nacional Tortuguero y su comunidad, ubicada en la costa de la provincia de Limón (Caribe), donde la amplia red de canales le otorga una gran variedad biológica.

En esta zona, la población, las instituciones, y el Gobierno costarricense trabajan juntos. Cuentan con toda una organización formada por guías, especialistas y rastreadores que controlan no solamente la cantidad de personas que visitan este enclave, sino también en qué momentos se pueden observar las tortugas, uno de sus reclamos estrella, junto con los canales. “Se ha generado una consciencia, la comunidad se ha enterado de la importancia que tiene proteger el recurso natural, porque eso es lo que atrae el turista y eso a su vez trae desarrollo económico y social”, cuenta durante una gira a Tortuguero la directora ejecutiva de Cámara Nacional de Ecoturismo y Turismo Sostenible (Canaeco), Natalie Carballo.

Esa protección del medioambiente ha hecho cambiar el sistema. Hace unas tres décadas los visitantes podían acercarse a las tortugas y hacerse fotos con ellas, invadiendo su espacio, interrumpiendo el desove, y generando una sobrecarga. Ahora, sin embargo, existe una regulación sobre la cantidad de personas que pueden observar las tortugas, no se permite el uso de cámaras de vídeo o foto, y se utilizan luces infrarrojas, con el fin de no perturbar su descanso.

La tortuga más común en el lugar es la especie verde (Chelonia mydas), que puede llegar a medir más de un metro de longitud y a pesar hasta 150 kilos, y tiene su temporada de desove entre julio y octubre. En ese periodo del año pasado se contabilizaron 26.000 nidos. Cada tortuga puede desovar hasta 100 huevos que eclosionan en 90 días, pero se calcula que solo algunas de las recién nacidas lograrán llegar a ser adultas.

La comunidad ha entendido que vale más una tortuga viva, que pueden observar grupos de máximo 10 personas, que una tortuga que es cazada. “Una tortuga viva vale más que una muerta”, resume el presidente de la Asociación de Guías de Tortuguero, Eddy Rakin, uno de los primeros guías que se graduaron en ecoturismo en los años 90.

“No teníamos ni idea de lo que teníamos que hacer, que era modificar nuestra conducta para modificar la conducta del turista, pero fue muy bonito ir aprendiendo y cambiando para que Costa Rica hoy tenga este reconocimiento como uno de los países donde la ecología y el turismo van de la mano”, destaca Rakin.

Tortuguero no tiene calles ni tampoco automóviles. Su gente se desplaza en lancha y la población ha encontrado en el turismo el sustento diario. Se creó además una Planta de Procesamiento de Basura, por la cual los hogares y los hoteles pagan por su recolección y posterior reciclaje, con unos registros de entre  40 y 45 toneladas de basura por mes, según datos ofrecidos por el encargado de la planta, Enrique Obando.

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