Ciudad de México, un núcleo vibrante

Construida en el valle de Anahuac, entre varios lagos, a una altitud de 2.400 metros y a la sombra de dos insignes volcanes de la orografía mexicana, como son el Popocatepetl y el Iztacihuatl, la antigua ciudad mexica Tenochtitlán maravilló a los españoles. Después de que la ciudad sucumbiera a los conquistadores, y se perdiera para siempre su cultura autóctona, los españoles la reconstruyeron para hacer de ella la mejor y la más bonita ciudad mestiza de toda la América Hispana. No hay nada más impresionante que pararse en el Zócalo, también recibe el nombre de Plaza de la Constitución, que es el centro de la ciudad vieja y el alma-máter de la vida política del país. Rodeándola, se encuentran algunas de las construcciones más interesantes de la región, como el Palacio Nacional, lugar donde estaba el antiguo Palacio de Moctezuma, para ser luego la residencia de Cortés. En su interior los murales de Diego de Rivera muestran la historia de México desde un punto de vista no muy objetivo, puesto que la visión que ofrece de los españoles no es, ni mucho menos, la real. La plaza queda también presidida por la gigantesca Catedral Metropolitana, que se empezó a construir en el año 1572, siendo la iglesia más grande de toda Hispanoamérica. La parroquia anexa, El Sagrario, construida en 1750, es de estilo «churrigueresco», y tiene la particularidad de estar inclinada por culpa de la porosidad del suelo. Enfrente del Sagrario quedan los restos visibles del Templo Mayor de la antigua capital, pero la perspectiva que éste da de lo que llegó a ser Tenochtitlán, sólo es una idea muy pequeña de lo que en realidad fue.

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