La sorpresa de descubrir Salamanca entre viñedos

Cuando toca elegir un viaje, la gastronomía es, en muchos casos, la motivación que nos sirve para decantarnos. Y puestos a decidir, el enoturismo se alza con fuerza como una de las actividades gastronómicas por excelencia. El turismo enológico se afianza como un producto turístico sostenible y desestacionalizador, asociado a un sinfín de experiencias vinculadas a la cultura del vino. De hecho, casi tres millones de personas visitaron las rutas del vino de nuestro país en el año 2017, lo cual supone un incremento del 18,38% respecto al año anterior.

Una localización especial Puestos a elegir un destino enoturístico, la provincia de Salamanca se alza como una de las más potentes, ya que puede presumir de dos pujantes zonas vitivinícolas cuyos vinos están certificados por la D.O. Arribes y D.O.P. Sierra de Francia. La denominación vinícola Sierra de Salamanca, situada al sureste de la provincia, con una zona de producción de unos 500 kilómetros cuadrados, es la última Denominación de Origen Protegida aprobada en España, donde se dan las mejores características para el cultivo de la vid: un microclima mediterráneo, unas fuertes pendientes y unos suelos pizarrosos y graníticos. La tradición vinícola, junto a sus valores naturales y culturales convierten a la Sierra de Francia en uno de los destinos turísticos de la provincia de Salamanca. Gran parte de su territorio coincide con el parque natural Las Batuecas, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco. Seis de sus pueblos están reconocidos como conjuntos históricos, sin olvidar los Caminos de Arte en la Naturaleza, que permiten disfrutar del parque natural entre obras escultóricas. Por su parte, la comarca de Arribes del Duero también presenta unas condiciones idóneas para el cultivo de la vid; de nuevo hablamos de un clima mediterráneo en las laderas y valles, y unos suelos graníticos y pizarrosos sobre los que se han mantenido cepas y uvas de marcado carácter, reconocidas con la Denominación de Origen Arribes. El territorio alberga el parque natural de Arribes del Duero, uno de los paisajes más espectaculares de toda España. El río Duero y sus afluentes han tallado una red de cañones de más de 100 kilómetros de longitud, sobre los que se han levantado las impresionantes presas de Almendra, Aldeadávila y Saucelle o saltos naturales de agua, como el Pozo de los Humos. Merece la pena ir en busca de los difernetes miradores para disfrutar del paisaje, a ser posible, con una copa de vino.

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