El castillo donde pasaron su luna de miel Isabel la Católica y Fernando de AragónHay una energía atrapada en los castillos, un aura que llama en la distancia a dejar volar la imaginación. Nadie está libre de ella. Es inevitable mirar de frente una de estas fortificaciones y no verse a uno mismo cruzando a caballo el puente levadizo con el enemigo pisándole los talones, caminando por su pasillos engalanados para la realeza, sortear a la guardia en el patio de armas o perderse por las leyendas que emanan de sus oscuros recovecos. En definitiva, teletransportarse a las batallas, las conjuras palaciegas y las luchas por el poder de otras épocas y formas de vida tan intrigantes como lejanas, y que hoy en día gozan de tanta popularidad a través de la ficción televisiva y del séptimo arte. A pie de realidad, no hay dragones sobrevolando, ni tronos de hierro en su interior, pero se cuentan por cientos los castillos que se conservan España esperando a «encantar» a todo el que cruce sus puertas. Entre ellos, el recién inaugurado como el «castillo de castillos». En la localidad vallisoletana de Fuensaldaña, se encuentra esta fortificación que tras años sin uso y condenada al olvido ha resurgido como un centro de interpretación de las fortalezas en el término más amplio, con un recorrido que analiza desde los bastiones defensivos hasta los fortificados palacios ostentosos. En realidad este recorrido por los castillos es un plus para una fortificación que ya de por sí merece una visita. Entre sus fríos muros de piedra se han grabado no pocas historias. Nació de la mano de los Vivero, una familia que cobró su apogeo cuando el patriarca estuvo al servicio de Álvaro de Luna, un valido del rey. Sin embargo, conjuró contra él y acabó su vida cayendo desde lo alto de la torre de una iglesia. Su hijo continuó el sueño de su padre en ese castillo y también entró al «juego de tronos», apoyando a Isabel la Católica. En este caso, le fue bien por ello y sus lazos con la realeza fueron tales que ésta pasó su luna de miel con Fernando de Aragón en la fortaleza. La tragedia llegó con las dos siguientes generaciones, cuyos varones mataron a sus mujeres. Finalmente, la casa moriría después sin más descendencia. Numerosas maquetas ilustran el origen y evolución de los castillos desde distintas perspectivas – F. HERAS
Moradores
Ya lejos de las manos de los Vivero este castillo fue ocupado por las tropas comuneras, incluso se proyectó como un parador y, finalmente, fue Parlamento autonómico. Durante casi 25 años, las Cortes de Castilla y León tuvieron ahí su sede, con el hemiciclo ubicado sobre el antiguo patio de armas hasta 2007, cuando sus señorías movieron su escaño a un nuevo edificio. La visita permite acercarse a esas distintas etapas, comprobar cómo eran las estancias de la casa a través de proyecciones sobre los muros que permiten imaginar la vida allí, vivir una de las fiestas palaciegas asomándose al interior de una maqueta por una pequeña mirilla para no ser visto, pasear por el antiguo patio de armas a través de unas gafas de realidad virtual o pararse a escuchar las historias de sangre que se narran en su interior con la banda sonora de Psicosis como telón de fondo. Desde el origen
Es en el Hemiciclo, que se ha conservado, donde empieza una visita Los muros centenarios sirven de lienzo para proyecciones audiovisuales – F. HERAS por el remodelado interior del castillo, en el que se ha recuperado parte de la cubierta con vistas a la torre del homenajes y los espacios diáfanos que fueron eliminados primero para acoger habitaciones de un fallido Parador y de despachos posteriormente. En el recorrido además de adentrarse en la historia de sus distintos moradores, se ofrece una visión pedagógica de las fortificaciones, desde su origen. Cómo avanzaron por la Península de la mano de la Reconquista, cuál era su motivación -defensiva u ostentación de realeza, nobles y clero-, cómo se construían en una era sin grúas, cuáles son los distintos componentes arquitectónicos, su papel en los asedios o cómo se recomponían tras una guerra. Muchos de estos capítulos toman como base explicativa las maquetas, en las que se trata, por ejemplo, de mostrar la diferencia a escala del tamaño entre fortificaciones o cómo la Escuela de Valladolid, a la que pertenece el castillo de Fuensaldaña, exigía de una proporcionalidad entre las torres y el recinto para garantizar la armonía. Existen visitas teatralizadas en las que distintos personajes vinculados a la fortaleza acompañan la ruta amenizando el recorrido. Exterior del castillo de Simancas – ICAL
Una provincia con 44 fortalezas
Como antesala al espacio expositivo, se puede visitar la exposición «Noches de piedras y lunas», del fotógrafo vallisoletano Ángel Marcos, que ha recogido con su objetivo los restos de todas las fortificaciones que permanecen en pie en la provincia, un total de 44 ejemplos que se encuentran en distinto estado de conservación. Valladolid es la provincia que alberga el mayor número de castillos de España. Desde fortalezas de origen romano, como la de San Pedro de Latarce, hasta castillos que atesoran valiosos archivos y documentos desde hace siglos, como el de Simancas. No es para menos en unas tierras, habitadas desde los tiempos prehistóricos, que acogieron a las legiones romanas, albergaron asentamientos celtibéricos; durante la Edad Media fueron testigo de las batallas fronterizas entre los reinos de Castilla y de León y, más tarde, de los enfrentamientos civiles protagonizados por monarcas y grandes señores. Las fortalezas más emblemáticas fueron escenario de algunos de los episodios más importantes de nuestra historia y ejemplifican el complejo proceso de repoblación y de desarrollo de villas y ciudades.

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