El Japón que los turistas no conocen

En Pamplona, muy cerca de los muros que protegen su famosa Ciudadela, existe un espacio verde con un nombre que llama la atención a propios y extraños: el parque de Yamaguchi. Lo cierto es que no sólo en Pamplona, sino en toda Navarra es fácil encontrar hoteles, bares y otros establecimientos con ese exótico nombre. La explicación es tan sencilla como curiosa: Yamaguchi (la capital de una de las cinco prefecturas que componen la región de Chugoku, situada a poco más de 130 kilómetros de Hiroshima) está hermanada con Pamplona desde 1980 y el nexo que ha dado origen a esta curiosa fraternidad no es otro que la figura de Francisco de Jaso y Azpilicueta, más conocido como Francisco Javier, el misionero navarro que, en nombre de la Compañía de Jesús, llegó a Japón el 15 de agosto de 1549 en uno de sus viajes de evangelización.

Savieru, como pronuncian su nombre por estos lares, estuvo tan sólo seis meses en Yamaguchi (bajo la protección del señor feudal del clan de los Ouchi) y, a su marcha dejó medio millar de creyentes convertidos al cristianismo y un recuerdo imborrable que todavía perdura, casi 500 años después. En 1952 se construyó una iglesia católica para celebrar el cuarto centenario de la llegada de Francisco Javier a Yamaguchi. Por desgracia, el edificio fue devorado por las llamas en un terrible incendio el 5 de septiembre de 1991; posteriormente, en abril de 1998, se levantó otra iglesia, la que hoy podemos contemplar (un moderno templo de mármol blanco), gracias a los donativos recaudados entre los 200.000 habitantes, con la particularidad de que tan sólo el 0,7% de ellos practican el catolicismo. No cabe duda de que por aquí se sigue venerando al santo navarrico.

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