¿Las turbulencias son peligrosas? Esta es la verdadera opinión de los pilotosTrayecto Madrid-Hamburgo. El aterrizaje está previsto en una hora y quince minutos. «Señores pasajeros, vuelvan a sus asientos y abróchense los cinturones», alerta una asistente de vuelo. Los pasajeros, que empiezan a notar las sacudidas del avión, solo ven una masa de nubes por la ventanilla. «Estamos pasando por un área de turbulencias. Durará unos segundos», se escucha por el altavoz en cabina. Las turbulencias, esos agitados movimientos que experimentamos en un vuelo, son el peaje que hemos de pagar muchas veces cuando viajamos en avión. ¿Pero debemos preocuparnos? ¿Son realmente peligrosas? Respondemos algunas preguntas sobre este fenómeno tan común en nuestros viajes. ¿Por qué se producen las turbulencias?
Las turbulencias son consecuencia de los fluidos en movimiento, como es el caso del aire durante un vuelo. Hay una serie de factores que pueden provocarlas: cambios repentinos en la dirección o la velocidad del aire, la aparición de nubes inestables o una variación brusca de la presión o intensidad de la atmósfera. Ésta última es muy habitual en zonas con meteorología cambiante. También las turbulencias se pueden generar a causa de los extremos de las alas. Esto ocurre en el caso de que el avión se encuentre con una corriente cíclica de aire y dependiendo de ésta, la turbulencia (más o menos intensa) tenderá a alterar la dirección del avión. ¿Pueden ocurrir de forma inesperada?
Sí. Normalmente los pilotos reciben pronósticos del tiempo y posibles turbulencias antes del vuelo. Una vez arriba, meteorólogos y emisores sobre el terreno envían también actualizaciones periódicas a estos profesionales. Además de estos recursos, la cabina dispone de un radar meteorológico que detecta la intensidad de las turbulencias, y los aviones de la zona hacen llegar informes a tiempo real. Sin embargo, algunas turbulencias pueden ocurrir sin previo aviso. En el caso de encontrarse con una turbulencia no pronosticada, el piloto debe advertir inmediatamente al resto de aviones cercanos desde la torre de control. ¿Son peligrosas?
«Todo lo relacionado con las turbulencias parece peligroso. Sin embargo, a excepción de las circunstancias más extrañas, no lo es. Un avión no puede volcarse de arriba a abajo o caer en picado. Están construidos de manera que pueden ser castigados brutalmente», asegura el piloto Patrick Smith a la publicación británica «The Telegraph». Las turbulencias son habituales en cada vuelo y no revisten de gravedad, en general. Según este piloto de aerolíneas, el pasajero no corre ningún peligro mientras mantenga su cinturón de seguridad abrochado. De la media de 60 personas heridas por turbulencias al año en Estados Unidos, dos tercios eran asistentes de vuelo mientras que los 20 restantes eran pasajeros que no llevaban el cinturón abrochado. Esta cifra es relativamente baja si la comparamos con los 800.000.000 de personas que vuelan al año en el país norteamericano. ¿Cómo viven los pilotos las turbulencias?
«La turbulencia es la característica más incomprendida de los vuelos. Para los pilotos, es parte de nuestro día a día y los aviones están preparados para soportar niveles de turbulencia muy por encima de lo que nos imaginamos», asegura Patrick Smith. Durante las turbulencias, los pilotos no tocan los mandos. Esto se debe a que los aviones están diseñados con lo que se conoce como «estabilidad positiva», que hace que los aviones vuelvan a su posición inicial por sí solos. En el caso de una corriente irregular de aire, el mejor método que han ideado los pilotos es enfrentarse a ella sin tocar los mandos. Otra técnica a la que recurren estos profesionales consiste en reducir la velocidad durante el período de turbulencias. ¿Son similares a conducir por una carretera con baches?
Los baches y «navegar con el mar agitado» son comparaciones muy habituales cuando se habla de turbulencias. Según Patrick Smith, estos símiles no son adecuados. Los baches pueden reventar neumáticos o estropear las suspensiones. En el caso del mar agitado, los barcos pueden volcar o inundarse mientras que los aviones no sufren ningún deterioro ni experimentan incidentes tan graves. Como pasajeros, ¿qué debemos hacer?
El primer paso es aceptar las turbulencias como algo natural. En el momento de elegir asiento, escoja uno situado junto a las alas del avión o los que se sitúen en el centro. Por el contrario, evita aquellas plazas que se encuentren en la cola del avión, ya que es en éstas donde se experimenta la sacudida con mayor intensidad. Cuanto más espacioso sea el asiento, menos notarás las turbulencias debido a la movilidad que te permiten. Otro consejo es mantener el cinturón abrochado durante todo el vuelo. Si las turbulencias te producen náuseas, es recomendable tomar caramelos de jengibre. ¿El cambio climático ha aumentado el número de turbulencias severas? «Posiblemente, pero también hay aviones circulando más que nunca. La flota de aviones mundial se ha duplicado en veinte años y sigue creciendo» puntualiza Patrick Smith, que considera que «la subida de accidentes por turbulencias se deben a un mayor número de vuelos, independientemente de los cambios en el clima».

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