Apto para creyentes o ateos, con participación musulmana o ambientación judaica, el belén viviente de Priscos, en el norte de Portugal, es el más grande de Europa, aunque lo más importante es su cariz integrador, ya que es construido durante todo el año por presos de la cárcel de Braga. El artífice de este singular belén en el que participan la mitad de los 1.300 habitantes de Priscos (a 7 kilómetros de Braga) es el párroco del pueblo, João Torres, quien asegura en una entrevista con EFE que cada edición recibe una media de 100.000 visitantes. «En estos tiempos en los que parece que es ilegal hablar de Dios, hay que legalizar el nacimiento de Jesús», comenta con ironía el sacerdote, que desde hace cuatro años ha logrado la inserción social de presos mediante el belén. Un grupo de presos trabaja durante todo el año y diariamente en la construcción de los diferentes escenarios del belén y «hasta la fecha ya pasaron por estos trabajos 26 reclusos». Gracias a un proyecto financiado por el Ayuntamiento de Braga, cada recluso recibe un salario mensual de 420 euros, «que les sirve para reconstruir su propia vida». El objetivo es que «ese espíritu natal, donde las personas son más cariñosas, se proyecte a lo largo de todo el año para que así, nazcan nuevas formas de vida», argumenta el cura en un símil con el nacimiento de Jesús. Los reclusos que participan en el programa pueden trabajar en el proyecto a diario entre las 08.30 y las 17.00 horas, cuando regresan a la prisión. También ha sido importante en el desarrollo de esta iniciativa la implicación social de Braga, ya que la propuesta ganó la modalidad de «presupuesto participativo», un modelo de los ayuntamientos lusos en el que los propios vecinos eligen cada año un proyecto presentado por los habitantes para que sea financiado con fondos municipales. El belén viviente de Priscos, que se celebra desde 2006, será inaugurado el próximo día 16 y abrirá al público los fines de semana y festivos hasta el 20 de enero. En total, están representadas 90 escenas en las que, incluso, participa una familia musulmana que llegó a Braga desde Mozambique. Niños de 2 meses o un hombre de 92 años también serán protagonistas del singular belén, que ya han visitado buen número de políticos, entre ellos el presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa, que acudió el año pasado. Incluso, el Papa Francisco envió hace dos años al cardenal italiano Lorenzo Baldisseri para que conociera de primera mano la experiencia. La proximidad con España (cerca de la frontera con Galicia y el norte de Castilla y León) también facilita la llegada de turistas españoles, agregó el párroco. En su afán integrador, el belén de este año será un homenaje a los bomberos voluntarios portugueses que, de manera especial, trabajaron en la extinción de los fuegos de 2017, en los que fallecieron 111 personas. Rui Rosinha, bombero voluntario que sufrió heridas de gravedad en los incendios de Pedrógão Grande, procederá a la inauguración oficial porque «no queremos que su situación se olvide».