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  • El encanto de Cádiz no está sólo en sus playas; sus pueblos son un tesoro.
  • En el interior, recomendamos visitar Arcos de la Frontera, Grazalema, Medina Sidonia, Villaluenga del Rosario y Castellar de la Frontera.

Arcos de la Frontera

Cádiz es una provincia de innegabe encanto. Es verano y estos días son muchos los que disfrutan de sus playas. Desde Tarifa a Sanlúcar de Barrameda, pasando por Caños de Meca o Conil, y hasta la propia capital de la provincia. Pero igual de encantador es el interior de Cadiz. Sus pueblos son un tesoro en sí mismos. De entre los muchos posibles, os recomendamos visitar (al menos) estos cinco.

Arcos de la Frontera
Declarado monumento histórico-artístico, Arcos de la Fronera es la puerta de entrada de la Ruta de los Pueblos Blancos. Aquí se inspiró Manuel de Falla para componer «El sombrero de tres picos». Encaramado en una peña goza de unas vistas excelentes. Su actual fisonomía es un legado musulmán de estrechas y empinadas calles; se conserva parte del recinto amurallado, el castillo árabe (cerrado al público al ser de propiedad privada), que contrastan con las fachadas góticas, renacentistas y barrocas de sus palacios y casas señoriales. Entre sus iglesias destacan la Basílica de Santa María y la de San Pedro. Hay rutas guiadas para conocer sus maravillosos patios de inspiración andaluza y árabe. La visita puede servir para conocer los vinos de la comarca, englobados en la denominación «Tierras de Cádiz». También hay que probar los quesos de la Sierra de Cádiz.

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Grazalema
Este pueblo blanco gaditano aparece en el corazón de la Sierra de Grazalema. Su origen coincide con la ciudad romana de Lacílbula. Su casco urbano es Conjunto Histórico. Aqui esa típica arquitectura popular de casas blancas se combina a la perfección con la riqueza monumental. La joya patrimonial de la villa es la Iglesia barroca de Nuestra Señora de la Aurora, junto a la que se dan cita la Iglesia de San José, la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, la Iglesia de San Juan y las ermitas del Calvario y de los Ángeles. Famosa por sus tradicionales mantas, éstas se exponen junto a otros oficios artesanales en el Museo de Artesanía Textil. Este pueblo gaditano goza de un microclima especial; de hecho, ostenta el índice pluviométrico más alto de la Península.

Medina Sidonia
Situado en la comarca de La Janda y en la Ruta del Caballo y el Toro, pasear por las calles de Medina es como retroceder a la Edad Media. Declarado conjunto histórico, puede ser uno de los pueblos más hermosos de Andalucía. Enclavado sobre el llamado Cerro del Castillo, de su época medieval conserva los restos del castillo construido sobre el alcázar musulmán. Destacan numerosos arcos medievales, puertas de entrada al recinto. También interesante de ver su iglesia parroquial Santa María la Mayor Coronada, de estilo gótico y plateresco. Fuera del núcleo urbano está la Ermita de los Santos Mártires, de época visigoda. Hay que acercarse a la antigua Asido Caesarina romana que en su conjunto arqueológico conserva restos de cloacas, alcantarillado, salas, viviendas y parte de la calzada.  No te debes marchar sin probar el alfajor de Medina, un dulce de origen árabe.

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Villaluenga del Rosario
Su nombre procede de Villa luenga, «villa larga», y se debe a la forma alargada del casco urbano. En la época musulmana pertenecerí­a a la Cora de Sidonia. Tras la conquista cristiana pasará a formar parte del señorí­o de los Ponce de León. En la guerra de la Independencia, sus habitantes ofrecieron gran resistencia a las tropas napoleónicas. Como consecuencia gran parte de su caserí­o fue destruido por los franceses. Y aún así, hoy es un pueblo blanco, bello y resplandeciente. Su tradición ganadera la sitúa en la ruta habitual para la trashumancia. La ví­a natural de la Manga de Villaluenga conocida ya desde la época romana y que favorecerá los asentamientos de Ocurris (Ubrique) y Lacidulia (Grazalema).

Castellar de la Frontera
En realidad hay dos Castellar: el Nuevo, a 9 kilómetros del antiguo, y Castellar Viejo, que es el que recomendamos visitar. Se erige sobre un promontorio rocoso, dominando toda la Bahía de Algeciras y el Peñón de Gibraltar. Con suerte y un día claro se puede ver África. Aquí arriba reina el castillo, una fortaleza de los siglos XII-XV. El pueblo conserva esa estructura medieval con laberinto de calles estrechas y casas encaladas. No lejos de la localidad se encuentra la finca La Almoraima un antiguo convento del siglo XVII de interés. Castellar de la Frontera forma parte de la Ruta del Caballo y el Toro.

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