Viajazo a Sicilia (Segunda parte): Monreale y Palermo

El ambiente que se respira en Palermo, la capital de la isla siciliana es muy agradable.

Lo suyo es visitar primero Monreale. Dicen algunos expertos que su origen fue árabe. Su posición fue muy estratégica para tener el control de la entrada por mar al centro de Sicilia. Más adelante y con la dominación normana, vivió grandes momentos de esplendor en el siglo XI. Los reyes romanos, eligieron este hermoso valle para descansar de las guerras y los líos permanentes en el gobierno central. A Monreale también se desplazaban los aficionados a la caza.

El Duomo de Monreale con su claustro es una joya. Construida en 1174 por Guillermo II. Cuentan que los monjes que vivían el él también eran guerreros. El claustro y sus capiteles guardan historias que merece la pena escucharlas.

De no perderse La Zisa, un castillo llamado también palacio erigido por los árabes en el siglo XII. Se construyó con la idea de ser una estación palaciega de los aficionados a la caza. El espacio más importante es la sala central, es curioso observar como el agua que emerge de su fuente fluye hacia la parte exterior del palacio por medio de un mini acueducto.

Ya en Palermo, no se puede dejar de ir al jardín botánico, que conserva árboles centenarios. Su historia está muy ligada a la época de los Borbones que fueron los fundadores de este impresionante jardín.

Los mercados son el corazón de las ciudades, el de Palermo, el Mercato del capo derrocha ambiente, y digo que derrocha ambiente porque los sicilianos tienen un carácter muy festivo y con su acento tan particular ofrecen a los clientes a viva voce sus productos. No hay que dejar de comer una buena sfincione palermitana, la pizza siciliana que en vez de ser redonda, es cuadrada, la masa es infinitamente más alta y tiene más queso.

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Si queremos ver un teatro hay que ir al Teatro Biondo. Impresiona ver las dimensiones de su back stage. Una de sus salas anexas al auditorio, fue construida para que nadie pueda oír lo que dice la persona que se encuentra al lado por su eco impresionante. Dicen que allí se reunían para conspirar, sea verdad o mentira, lo que está claro es que hay que visitarla, ponerse justo en medio de ella y escuchar nuestro poco eco, impresiona de verdad.

Otra visita obligada es el Museo Salinas, con arte púnico y griego. El espacio es muy acogedor y existen piezas tan particulares como una que servía de biberón. Una pieza de barro en forma de cerdito la cual contenía leche y en la boca del animalito, colocaban un especie de balín para que el bebé fuera bebiendo gota por gota.

Lo dicho, viajar a Sicilia sorprende por su luz, su historia, su gastronomía y su gente.

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