Viena: majestuosa, soberbia y brutal

Viena. Todo el encanto, el clasicismo y la armonía de sus calles están englobados en una palabra que define a esta ciudad: elegancia. El viajero, al recorrerla, queda cautivado por sus cualidades arquitectónicas y urbanas que delatan siglos de historia.

Ubicada en el centro de Europa, Viena es la capital de Austria. Situada a ambas orillas del Danubio, las aguas del río la cruzan desde el noroeste hacia el suroeste dividiendo su inigualable paisaje urbano y belleza.

El esplendor de Viena

Actualmente Viena encabeza las listas de mayor calidad de vida de ciudades del mundo por diversos motivos, entre ellos, su limpieza, su seguridad, la eficacia de sus transportes públicos, y por supuesto, la riqueza de su patrimonio cultural. Viena es, además de la “reina” del vals, la segunda urbe más poblada de Europa Central. Su población supera la cifra de un millón ochocientos mil habitantes, convirtiéndola en una metrópolis de referencia mundial. Por otro lado, desde el siglo XVI ha sido universalmente reconocida como la capital musical del continente europeo. Así es Viena: una ciudad en la que se vislumbra la suntuosidad de su pasado al deambular por sus fastuosos palacios, a la vez que se percibe la simplicidad y eficacia del orden con el que allí todo se estructura y se rige.

Los cafés vieneses

Si algo caracteriza y hace especial a Viena, es la atmósfera bohemia que crean sus cafés. Podría decirse que son instituciones que han contribuido a la desenvoltura intelectual y la orientación cosmopolita de Austria. Desde su auge, a finales del siglo XIX y principios del XX, han sido lugares donde poder informarse de los acontecimientos del mundo mediante revistas y periódicos, e incluso muchos escritores famosos los frecuentaban en aquella época para escribir sus obras sentados en alguna de sus mesas. Aún hoy siguen conservando su función social y en ellos se celebran veladas literarias normalmente acompañadas de la pasión vienesa: la música. En 2011, la tradicional cultura de los cafés de Viena, fue declarada “práctica social” en la Lista de Patrimonio Intangible de la Unesco.

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