CLARA ROCA

Camino de Santiago

Cada año más personas eligen el Camino de Santiago como una alternativa a las abarrotadas playas veraniegas. En diez años el popular destino ha crecido de 114.000 peregrinos a más de 300.000 en todo 2017, según datos de la Oficina del Peregrino.

El interés de este recorrido es indiscutible. Se trata de una oportunidad de entrar en contacto con la naturaleza, descubrir monumentos históricos y conocer a gente. «Es una especie de burbuja donde solo encuentras solidaridad y buen rollo«, comenta Ignacio Santibáñez, de 71 años, que cumple su octava temporada de peregrinación.

Pero es más que eso. A los que han vivido la experiencia les cuesta explicar la sensación al entrar a la ciudad gallega. «Es muy emocionante llegar a Santiago —relata Gema Ramos, madrileña de 52 años con 4 peregrinaciones a sus espaldas—, llegas a la plaza y te pones a llorar«.

Gema viaja todos los años con la Asociación Corazones Unidos por la Salud, que organiza actividades para pacientes con dolencias cardiovasculares. Recorren unos 100 kilómetros del Camino de Santiago en una semana con un autobús que les acompaña y que transporta las mochilas y un desfibrilador. Terminada la jornada, se encarga de llevarles al hospedaje y por la mañana les devuelve al punto en que lo dejaron el día anterior.

«El Camino de Santiago tiene algo de mágico», cuenta Ignacio. «Sobre las indicaciones del camino hay piedras que, según las leyendas, son las almas de los peregrinos que no han llegado a Santiago. La costumbre es cogerlas y llevarlas un tramo del trayecto», explica el asiduo caminante para ilustrar algunas de las tradiciones que envuelven la travesía.

Aunque el destino es, evidentemente, siempre Santiago de Compostela, existen multitud de vías y formas por las que los peregrinos llevan siglos viajando a la ciudad.

Camino Francés: el más popular

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El Camino Francés cuenta con la red más completa de albergues y mayor señalización, aunque también es la senda más concurrida del Camino de Santiago. Asimismo es la travesía con mayor tradición histórica y el más conocido internacionalmente, además de haber sido declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1993.

Llegar a Santiago de Compostela desde el país vecino puede llevar un mes de peregrinación caminando unos 25 kilómetros por día para recorrer los 800 kilómetros divididos en 32 etapas con las que cuenta el Camino Francés desde Jean Pied de Port.

El Camino Francés inicia en el país galo por cuatro travesías distintas. París-Tours, Vézelay-Limoges y Le Puy-Conques entran a España por Roncesvalles (Navarra), mientras Arles-Toulouse entra por el puerto de Somport y continúa por Jaca (Aragón). Desde el Puente de la Reina (Navarra), mantiene una única ruta que atraviesa distintas localidades ciudades del norte de España, como Logroño, Burgos o Ponferrada.

Si bien cada vez más visitantes se atreven con otras vías, el Camino Francés es, por mucho, el camino más popular. Más de 180.000 personas (un 60 por ciento del total de peregrinos) eligió este trayecto jacobeo el año pasado. Por esto mismo no es propicio para aquellos que busquen la paz y la soledad en los parajes naturales.

«Los paisajes son muy bonitos», asegura Ana Rivera, de 26 años, «aunque hay zonas que están demasiado preparadas, incluso para ser un paseo por el medio del campo». «Hay puntos como en Astorga que hay mucha aglomeración de gente en verano«, comenta Ana, que ha hecho el Camino tres veces.

Camino Portugués: con sabor a fado

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Con casi un 20 por ciento de los viajeros – unos 60.000 visitantes en 2017 -, el Camino Portugués se convierte en el segundo trayecto jacobeo más frecuentado por los peregrinos. A pesar de estar menos concurrido y contar con una menor dificultad que el Camino Francés.

El itinerario tiene tres opciones de partida. Desde Lisboa, a unos 600 kilómetros de Santiago de Compostela; desde Oporto, a 115 kilómetros; y desde Tui (Pontevedra), a unos 120 kilómetros. La ruta más larga consta de 25 etapas y la más corta de tan solo 5.

El mayor inconveniente de este recorrido era el paso por un polígono industrial en O Porriño (Pontevedra). Sin embargo, desde 2013 abrieron una ruta alternativa para evitar este tramo con poco encanto.

Camino Portugués de la costa: con vistas al mar

Una alternativa atractiva para los meses de verano puede ser el Camino Portugués de la costa, que recorre el litoral atlántico desde Porto. Pasa por Viana do Castelo, A Guarda y Vigo para luego unirse a la otra vertiente más popular y concurrida en Redondela (Pontevedra).

Camino del Norte: refugio contra el calor

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El Camino del Norte fue transitado por más de 17.000 peregrinos el año pasado. Con ello, se convierte en la tercera senda preferida del Camino de Santiago, pero mucho menos masificada que las dos primeras. Desde Irún, cuenta con 824 kilómetros divididos en 32 etapas.

Este trayecto, de importante acervo cultural, recorre el norte peninsular de este a oeste. Asimismo es idóneo para quienes busquen resguardarse de las altas temperaturas veraniegas e, incluso, existe la posibilidad de encontrar algunas lluvias por el camino. Los caminantes que elijan este itinerario deberán empacar un chubasquero en su mochila.

El verde de la montaña y el azul de Cantábrico serán los grandes protagonistas de este camino de gran belleza paisajística, también conocido como el Camino de la Costa. En 2015 fue declarado, junto al Camino Primitivo, Patrimonio Nacional de la UNESCO.

Esta es la ruta preferida de Ignacio Santibáñez: «Vas por la orilla del mar y los acantilados». Aunque, advierte, «es el camino más duro«, pero vale la pena porque «estás en contacto directo con el mar». Ignacio, que ha recorrido tres veces el Camino del Norte, huye del popular Camino Francés: «aquello es como la Gran Vía», se queja.

Camino Primitivo: el más antiguo

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El Camino Primitivo es la cuarta travesía más elegida por los viajeros en los últimos años, aunque con sus menos de 14.000 peregrinos en 2017 está muy lejos de los más de 180.000 del Camino Francés. Este antiguo camino es muy recomendable para los amantes de la montaña más experimentados, debido a la exigencia de algunas de las subidas y su paso por zonas bastante despobladas. Sin embargo, este trazado declarado Patrimonio de la Humanidad compensa la dificultad del camino con sus magníficos paisajes y poco paso por asfalto.

El antiguo itinerario parte desde Oviedo y cuenta con un recorrido de 313 kilómetros y 11 etapas que pasa por Lugo antes de unirse al Camino Francés, a 55 kilómetros de Santiago de Compostela. Su mayor inconveniente es la escasez de albergues públicos, aunque la oferta de hospedaje privado suple la falta de los primeros.

Camino inglés

Este camino de origen medieval era el empleado por quienes llegaban por vía marítima a Ferrol o A Coruña. Esta senda es más corta que las anteriores, con 120 kilómetros y 5 etapas desde Ferrol y tan solo 3 etapas desde A Coruña. Con menos de 12.000 visitantes anuales, se aleja de la masificación de los itinerarios más conocidos.

Otros caminos

La Vía de la Plata fue en su momento la cuarta ruta más transitada después del Camino del Norte, sin embargo, en los últimos tres años ha quedado relegado al sexto puesto en visitantes. Los 700 kilómetros que separan Sevilla de Astorga no son aconsejables para las épocas estivales, pues cuenta con muchos tramos sin sombra.

Para aquellos que busquen sendas menos exploradas, Muxia-Finisterre cuenta con solo 655 caminantes el año pasado, mientras el Camino de Invierno con solo 555. Además, está el mozárabe, que parte de Málaga o Almería para unirse a Vía de la Plata, el Catalán, el Soriano, el de Levante, entre muchos otros.

Sea desde Francia, Portugal o Irún, a pie, en bicicleta o con un desfibrilador cerca, religiosos o no religiosos, es fácil que las lágrimas desborden a los viajeros al final de la aventura.

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