Granada, tras la huella de Federico García Lorca

Granada tiene tantas calles y secretos como versos, escribió García Lorca. Perderse por el embrollo del Albaicín es como adentrarse en el laberinto de sonetos y coplillas del poeta granadino. Pocas ciudades están tan unidas a una figura literaria y pocos poetas están tan vinculados a una ciudad. De esa maravillosa simbiosis nace un viaje en el tiempo en el que podemos re-descubrir la Alhambra o entender mejor versos como «Granada, calle de Elvira,/ donde viven las manolas,/ las que se van a la Alhambra,/ las tres y las cuatro solas».

Se conoce casi todo de García Lorca. Casi todo menos su voz. Algunos periodistas han pedido permiso para buscar en los archivos de Radio Nacional de España con el fin de encontrar alguna entrevista que Federico hizo en la radio, pero por el momento no se ha encontrado nada. Por eso cuando uno está en la Casa-Museo del poeta, en Valderrubio, donde sus padres tenían una finca –el padre, a diferencia de la madre, era terrateniente y hombre de negocios–, no puede evitar que se le ponga el vello de punta al ver como la figura de Lorca te cuenta la relación que mantenía con su pueblo y con la gente de Valderrubio. Relación que quedó reflejada en gran parte de su obra literaria y gráfica.

Lorca nació en un pueblecito de la vega de Granada: Fuente Vaqueros, en 1898, y vivió aquí durante 11 años. Su madre, maestra de escuela, era de una familia con pocos recursos. Afortunadamente se conserva su casa, siendo actualmente el Museo Casa Natal de Fuente Vaqueros. Una casa preciosa enmarcada en un espacio esencial, enclave en el corazón del paisaje de la vega de Granada.

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Volviendo a Granada capital, a Lorca le encantaba ir a la Alhambra, junto con sus amigos Falla y Angel Barrios para pasear y sentarse sobre todo en la Plaza de los Aljibes y en la Torre del Cubo en el que creían ver el «firmamento invertido» cuando se ponía el sol en el crepúsculo. Parece ser que Lorca decía cuando estaba en la Alhambra: «Me doy cuenta de que vivo en una Atlántida maravillosa». Su amistad con Falla fue tal que organizaron en 1922 en la Alhambra el primer Concurso de Cante Hondo en Granada.

«Flamencolorquiano»

Casi un siglo después ese mítico lugar se engalana para recordar al artista con un espectáculo repleto de seguiriyas, granaínas, fandangos, cantes campesinos, bulerías, tangos, romances, alegrías y soleares, cantados todos ellos con textos lorquianos. El estreno de «Lorca y Granada en los Jardines del Generalife», también conocido como «Flamencolorquiano», tuvo lugar el 19 de julio en el Teatro del Generalife y estará hasta el 1 de septiembre.

Antes de visitar la hermosa catedral podemos hacer un alto en el camino en el Restaurante Chikito, que antes se llamaba Café Alameda y que posee un bonito busto de García Lorca sentado en una de las mesas. Allí el poeta se reunía con Manuel de Falla y otros conocidos intelectuales de la época para charlar animadamente en la famosa tertulia literaria «El Rinconcillo». Muy cerca de la catedral se encuentra el Centro Federico García Lorca, el espacio cultural donde se administrará y conservará todo su legado, con museo y exposiciones. Será el punto cero para el conocimiento de toda su vida y obra en la ciudad granadina.

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La huerta de San Vicente

Pero si hay un lugar que define muy bien la vida y obra de Lorca en Granada es, sin duda, la huerta de San Vicente. Comprada por su padre en 1925, la huerta estaba lo suficientemente lejos de la ciudad para tener una tranquilidad que era lo que deseaba la familia. Sin embargo, hoy en día está casi en pleno centro. Es desde luego un remanso de paz, que ha llegado a nuestros días, como si de un milagro se tratara. La visita, al igual que las otras dos casas, se hace siempre guiada, y nos cuentan entre otras cosas que la finca costó unos 200 euros al cambio de hoy. Muchos recuerdos personales se observan en la casa, incluido el piano de Lorca, ya que como él decía, era más músico que poeta. Durante 10 años, hasta 1936, el poeta disfrutó de esta finca con sus jardines, hasta el punto de escribir aquí, entre otras, Yerma y Bodas de Sangre.

Muy cerca de la Huerta de San Vicente se encuentra el Barceló Granada Congress, un hotel emblemático en el que se puede disfrutar de amplias habitaciones, una exquisita gastronomía y un acogedor spa con vistas a la espectacular Sierra Nevada. Además, su excelente ubicación nos permite desplazarnos fácilmente a pie hasta el centro. Y es que no podemos irnos de Granada sin recorrer la Carrera del Darro y el Albaicín. El poeta escribió en 1918, ahora hace 100 años, en su obra «Impresiones y paisajes»: «Surgen con ecos fantásticos las casas blancas sobre el monte… Enfrente, las torres doradas de la Alhambra enseñan recortadas sobre el cielo un sueño oriental».

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