La cruel vida de los burros de Santorini, en manos de la conciencia de los turistasLos burros de Santorini (Grecia), al sur de las Cícladas, llevan años en el centro de un debate tan agrio como el que se vive en otros países del mundo en torno a la presencia de los animales en nuestras vidas y en nuestro ocio. Durante mucho tiempo, los turistas se han servido de esos burros para subir los infernales seiscientos escalones que conducen a sus hoteles o a los miradores, en la zona elevada de los acantilados. Los cruceros les dejan en el puerto, y para hacer ese paseo típico -siempre en ascenso- utilizan un teleférico, los burros o el reto de los escalones. A muchos turistas siempre les ha hecho «gracia» esa estampa de otro siglo. En los últimos veranos, los activistas han intentado poner fin a esa costumbre en Santorini. Y ahora llega una recomendación oficial en ese sentido. El Ayuntamiento de Fira, la capital, y las empresas de cruceros se han puesto de acuerdo en sensibilizar a los turistas con explicaciones y folletos sobre las consecuencias de que los burros hagan ese ascenso vertiginoso con una pesada carga humana sobre sus lomos. No es una prohibición, por lo que sabemos hasta ahora, pero sí una medida sin precedentes que pone el foco en una tradición que se creía eterna. Los animales han sido utilizados desde siempre para llevar a las personas y a los bultos desde el puerto hasta las casas-hoteles, a 300 o 400 metros sobre el nivel del mar. De hecho, se han seguido utilizando con normalidad a pesar de la construcción de un teleférico, que cuesta seis euros. El verano pasado, más de 108.000 personas firmaron una petición on line lamentando lo que se describía como la «tortura sin sentido e innecesaria de los equinos utilizados como transporte cruel para las personas que desean la experiencia griega real». Se cree que hay unos 4.000 burros en la isla, la mayoría importados de Francia. Y tras esa camapaña, el gobierno promulgó una ley que impedía cargarles con más de 100 kilos. Se hablaba de carga y no de turistas, aunque en su momento se interpretó como una prohibición de subir a las personas con sobrepeso. Ahora llega esta nueva campaña, en la que intervienen las compañías de cruceros y el propio alcalde de la capital de la isla, que mantuvieron una reunión recientemente, según ha informado The Guardian. Las autoridades de la isla, preocupadas por el turismo excesivo como en otros destinos del mundo (17.000 personas por día), también se plantea limitar el número de cruceros que pueden atracar en el puerto. Donkey Sanctuary, una organización internacional de ayuda a los animales, lanzó hace unas semanas una campaña de protesta, bautizada como In Their Hooves, donde se pide a los turistas que se lo piensen dos veces antes subir a un burro o mula en Santorini y otros destinos de vacaciones. El acuerdo entre las navieras y las autoridades parece estar influido por esta nueva presión de los activistas, decididos a cambiar la dura vida de estos animales.

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