Desconectar entre barricas y tinajas del siglo XVIII

No es necesario irse muy lejos para desconectar del mundanal ruido, romper con la rutina y hacer un alto en el camino de nuestro ajetreado día a día. Basta con encontrar un refugio sosegado para sentir que nos hemos topado con un lugar especial, de esos que dejan huella en la retina y en la memoria. Y eso es lo que ocurre con La Bodega de Quintín, un coqueto hotel rural ubicado en Villarejo de Salvanés, a tan sólo 48 km de Madrid por la carretera A-3, «cuyo nombre rinde homenaje al recuerdo de nuestro abuelo, un carismático viticultor de la zona, recordado siempre con cariño», confiesa Irene, directora del proyecto, que ha dejado sus dos carreras de Económicas e Ingeniería de la Edificación para hacerse cargo de la dirección y gestión de este complejo.

Bajo el acertado lema de tradición y estilo se desarrolla la filosofía de este proyecto, «pues hemos querido conservar el pasado plasmado en las bodegas de los siglos XVIII y XIX, protegidas por Patrimonio como espacios singulares, que nos muestran la evolución en la elaboración de los vinos de la Comunidad de Madrid, a la vez que hemos querido darle un toque de modernidad y confort para las celebraciones de días especiales», destaca Irene.

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